Respiro

miércoles, 20 de julio de 2011

Al fin un respiro. Es extraño, hace tiempo que había olvidado respirar. Ni siquiera el que fuera un movimiento automático servía para mí; lo había olvidado, en absoluto, más allá incluso de las siempre permeables fronteras de la conciencia.

Es raro mirar nuevamente, aunque sea un segundo, con detenimiento, sin apurar el paso, sin la mente llena de ideas y disquisiciones, con tiempo; con espacio, sobre todo cuando el tiempo no existe y el espacio aprieta.

Tres segundos, una esquina, varios rostros desconocidos. Hay unos que si los miras a los ojos rehúyen la mirada, tal vez creen que vas a quitarles la máscara. Algunos sonríen, curiosos, sorprendidos; tal vez nos hicimos cómplices en este mar de ideas afines. Hay otros rostros que simplemente mantienen sus puertas clausuradas.

Los sonidos se hacen más intensos cuando respiras. Las ondas viajan y se pierden, presurosas, tras los pliegues de la atmósfera. Algunas se quedan atrapadas entre las hojas, otras juegan un rato con el viento, algunas cantan tras mis cabellos y las últimas se esconden de todas, esperando transformarse en silencio, que no es más que el cese de movimiento.

Qué diferentes son los sonidos de una espiral a otra, y de un recodo a otro de la misma espiral. Qué teñidos están de colores diversos, de imágenes y sensaciones prófugas, de pensamientos traviesos.

Un mismo punto. Un mundo de diferencias. Tantos corazones latiendo al mismo tiempo y a tiempos tan distintos. Un mismo escenario; mil y un perspectivas. Tantas historias tejidas, cuántas ya perdidas. Y las que quedan por construir. Y las que están inventándose. Y las que se expanden. Y las que se estrechan. Y las que se acercan. Y las que se alejan. Y las que despiertan. Y las que despierto.

 
 
 
 
Copyright © Michanita